lunes, 8 de abril de 2013

Pimientos rojos asados y más


Si tengo tiempo, me gusta mucho asar los pimientos en el horno. Sobre todo, por el olor que sale del horno.

Los lavo, los seco un poco (no mucho) para que al poner la sal se quede pegada. En una fuente de horno, pongo un poco de aceite en el fondo, los pimientos y unos dientes de ajo sin pelar. Los meto en el horno previamente caliente a 180º-190º grados hasta que la piel se quema. El tiempo es difícil de calcular, hay que ir viéndolo. Los pimientos se van arrugando y la piel se va poniendo negra. Los doy la vuelta cuando veo que ya están por un lado para que la otra parte se quede también negra. Insisto en el color porque es más fácil pelarlos luego. 


Cuando están asados, se dejan enfriar un poco y se pelan con las manos. Se quitan las pepitas con cuidado de no romperlos y se cortan en tiras. A partir de aquí, a mí me gusta cocinarlos como explico a continuación, pero también se pueden dejar así y aliñarlos con ajo picado, aceite y un poco de sal al gusto. Mi hermano los hace así y están también muy buenos.

En una cazuela poner un poco de aceite y ajo cortado en láminas. Dorar un poco el ajo, no mucho, y añadir los pimientos en tiras. Poner sal y un poco de azúcar. Yo también añado una guindilla y a veces orégano. Si es temporada de albahaca, unas hojas de albahaca. Si en la fuente de horno ha quedado algo de jugo, lo añado. Dejarlo a fuego lento hasta que los pimientos van quedando oscuros; por lo menos una hora. Si la cocina es de gas y tienes un cacharro de barro, quedan buenísimos hecho en barro. Pero no es imprescindible. 

Como asar los pimientos en el horno es algo "laborioso", quedan también estupendos usando pimientos envasados y haciéndolos de la misma forma.

Normalmente los pongo en el apertivo para tomar con las anchoas, con tortilla de patata o con morcilla (hecha al horno). También solos, con una rebanada de pan tostado. Pero se pueden usar para un montón de cosas: acompañamiento de una carne o de un pescado, un revuelto, una paella, huevos rellenos, ..., en fin, que son bastante útiles.

A mí no me gustaban los pimientos, ni rojos, ni verdes, me sentaban fatal. Cuando me casé, los empecé a tomar en casa de mi suegra, que los hace muy bien. Ha sido ella la que me ha enseñado y desde entonces los hago mucho y he ido añadiendo mis propios truquillos. Lo digo porque si a alguno de los que lean esta publicación le pasa lo mismo, que intente hacerlos y los pruebe. No sé bien qué ocurre con los pimientos al cocinarlos así (después de asarlos, eso sí) que no sientan mal.

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